martes, 17 de marzo de 2015

Pistas de lectura: Un rumor de ángeles (I)

¿Crisis de lo sobrenatural? 

Comentarios a partir de un libro breve y vigoroso (I)

Augusto Merino Medina

En 1969 Peter Ludwig Berger, sociólogo de origen austríaco y nacionalizado estadounidense, publicó, con posterioridad a su importante texto sobre la construcción social de la realidad (The Social Construction of Reality, en coautoría con Thomas Luckmann, 1966), un libro breve, sumamente bien escrito, con el sugerente título de Un rumor de ángeles. La sociedad moderna y el descubrimiento de lo sobrenatural (A Rumor of Angels: Modern Society and the Rediscovery of the Supernatural; la versión española con este título fue publicada por la editorial Herder en 1975). Es difícil encontrar, en los últimos cincuenta o sesenta años, otro que se le pueda equiparar en solidez argumentativa y en el dominio de los fenómenos religiosos de la modernidad. Su perspicacia en el análisis de las causas de los fenómenos y en su desarrollo es notable, y llama la atención que en el mundo de la teología no sólo no se lo haya considerado detenidamente, sino que, peor todavía, se lo haya ignorado del todo.

Foto: BUToday

En ésta y en próximas entregas nos proponemos ofrecer algunos comentarios a varios de sus capítulos, procurando rescatar y traer al presente varias de sus más visionarias ideas, que describen de modo inmejorable –casi diríamos "proféticamente"- lo que ocurre hoy ante nuestros ojos, tanto en lo que se refiere a las realidades religiosas– en particular en el catolicismo- como al destino de la modernidad, que yace exangüe a nuestros pies. Excluiremos de nuestro análisis el último capítulo, en que Berger expone los ejes principales de su propia posición religiosa, por no ser relevante para lo que aquí interesa.

Nos mueve a esto la cantidad de inferencias de gran importancia que se puede hacer desde a lectura de este libro hacia la liturgia, como se puede advertir en el primer capítulo. En éste, intitulado "El presunto ocaso de lo sobrenatural", Berger emprende la descripción de lo que pasa por ser un rasgo típico de la modernidad racionalista, es decir, el rechazo de todo conocimiento o creencia que no sea entera y cabalmente abordable por la mera razón humana. El siglo XVIII rebosa, como se sabe, de "religiones naturales", o "dentro de los límites de la razón". El propio Kant dedicó al tema una obra (La religión dentro de los límites de la mera razón, cuya primera edición fue publicada en 1793), siguiendo en esto, seguramente, a su admirado Jean-Jacques Rousseau.


 La creencia en lo sobrenatural consiste, según Berger, esencialmente en "la afirmación de la creencia en que hay otra realidad, que tiene un significado decisivo para el ser humano, y que trasciende aquélla en la que se desarrolla nuestra experiencia de todos los días. Es esta idea fundamental acerca de la realidad, más que ésta o aquella versión histórica de ella, lo que se supone que, en el mundo moderno, está muerto o en vías de morir". Y agrega Berger : "Si el planteamiento acerca del ocaso de lo sobrenatural es acertado", la embestida anti-religiosa de la Ilustración no cristiana habría tenido éxito. "Pero, ¿qué pruebas tenemos de tal planteamiento? La respuesta gira en torno a lo que podría llamarse la 'teoría de la secularización de la cultura moderna' –usando la palabra 'secularización' no en el sentido de lo que ha ocurrido con las instituciones sociales (como, por ejemplo, la separación de Iglesia y Estado), sino de los procesos que han tenido lugar en el interior de la mente humana; o sea, nos referimos a la secularización de la consciencia. En este punto, las pruebas no son muy satisfactorias". 

En el ámbito de la sociología, que es aquel desde donde Berger escribe, no ha habido muchos estudios importantes sobre este punto. Dicha sociología se ha preocupado más bien de estudiar lo que ocurre con las iglesias (algo de ella aborda, por ejemplo, María Angélica Thumala Olave en su libro Riqueza y piedad. El catolicismo de la élite chilena, publicado en 2007 por la editorial Debate), y acepta Berger que "se puede decir con cierta seguridad que la religiosidad 'de iglesia' (o sea, las creencias y prácticas religiosas al interior de las principales Iglesias cristianas) ha experimentado una declinación en el mundo moderno", aunque los datos apoyan esta afirmación más en el caso europeo que en el norteamericano, ya que en éste el pertenecer a una iglesia está vinculado a presiones sociales y es, al cabo, parte del American way of life que el ciudadano medio no está dispuesto a desafiar.

 Norman Rockwell, Saying Grace (© sucesión de N. Rockwell)

"Sea ello como fuere", continúa Berger, "a la luz de las pruebas existentes, es muy verosímil la hipótesis del ocaso de lo sobrenatural –o de su considerable decadencia-en el mundo moderno […]. Cualquiera haya sido la situación en el pasado, hoy lo sobrenatural, en cuanto realidad significativa, está muy lejos o brilla por su ausencia del horizonte cotidiano de una gran parte de la población –probablemente de la mayor parte- de las sociedades modernas, para la cual dicha ausencia no parece presentar mayores problemas en su vida corriente.  Lo cual significa que aquéllos para quienes lo sobrenatural es todavía –o de nuevo- algo con significado son una minoría; son, más precisamente, una 'minoría cognitiva'– concepto muy importante, con consecuencias de largo alcance".

Dejando al margen los aspectos gnoseológicos de la teoría de Berger sobre el conocimiento humano, este concepto de "minoría cognitiva" es de gran utilidad para apreciar el alcance de sus planteamientos en este capítulo de su libro, y vale la pena detenerse en él un momento. "Por 'minoría cognitiva' entiendo un grupo de personas cuya visión del mundo difiere de modo importante de la que es normal en su colectividad. En otros términos, una minoría cognitiva es un grupo constituído en torno a un corpus heterodoxo de 'conocimientos' […] En vez de decir que las sociedades poseen 'cuerpos de conocimientos' se puede decir que tienen 'estructuras cognitivas'".

Ahora bien, dichas estructuras son el resultado del carácter social del ser humano. Explica Berger aquí: "Gran parte de lo que 'conocemos' se apoya en la autoridad de otras personas, y es solamente en la medida en que ellas continúan confirmándonos este 'conocimiento' que éste sigue resultándonos verosímil. Es este conocimiento socialmente compartido o 'de sentido común' lo que nos permite movernos con algún grado de seguridad en nuestra vida cotidiana. Al revés, se pone en peligro la verosimilitud de un 'conocimiento' cuando éste no es socialmente compartido, o cuando es desafiado por nuestros vecinos, y tal cosa tiene importancia no sólo para nuestras relaciones con los demás sino, de modo mucho más importante, para nuestra propia inteligencia. Así, la situación de 'minoría cognitiva' es siempre incómoda, y no principalmente porque la mayoría sea represiva o intolerante, sino simplemente porque la mayoría rehúsa aceptar como 'conocimiento' las nociones sostenidas por la minoría. En el mejor de los casos, los puntos de vista de una minoría se ven obligados a actuar a la defensiva; en el peor de lo casos, pierden verosimilitud para todo individuo".

Berger recurre a un ejemplo sencillo para ilustrar este punto: "Si llega a los Estados Unidos una persona proveniente de un mundo donde es 'conocimiento' normal el que los astros influyen en los acontecimientos humanos, descubrirá a poco andar que pertenece a una minoría cognitiva; se le oirá con gran sorpresa o con tolerante condescendencia; se hará esfuerzos por 'enseñarle' o, por el contrario, puede que se le aliente a exhibir sus exóticas ideas en calidad de ejemplar etnológico. A menos que tal persona logre aislarse frente a estos abrumadores desafíos a la realidad que, hasta ahora, ha tenido por obvia (lo cual supondría disponer de un grupo de colegas astrólogos entre los cuales poder refugiarse), pronto comenzará a poner en duda dicho 'conocimiento'. Hay ciertas maneras obvias de combatir las dudas: nuestro exiliado cognitivo podría decidir guardarse para sí mismo sus verdades –despojándolas así de todo apoyo social-, o podría tratar de ganar adeptos; también podría llegar a un cierto compromiso, quizá imaginando que hay razones 'científicas' que apoyan sus tradiciones astrológicas -con lo cual contaminaría su propia realidad con los supuestos cognitivos de sus adversarios. Los individuos son diferentes en su habilidad para resistir las presiones sociales. Sin embargo, el resultado –predictible- de una lucha desigual es la progresiva desintegración, en la mente de quien lo sostiene, del 'conocimiento' puesto en duda. Puede que este ejemplo parezca sesgado: después de todo, probablemente tanto el autor como los lectores de este libro saben que la astrología es simplemente un conjunto de necedades".

Aplicando estas ideas al ámbito de la religión, escribe Berger a continuación: "Los sobrenaturalistas que todavía subsisten van a ver sus creencias amenazadas por fuertes presiones sociales y psicológicas. Por lo tanto, no es en absoluto sorprendente que en la actualidad exista una profunda crisis teológica. El teólogo, como todo ser humano, vive en un medio social. También él es producto de los procesos de socialización. Su 'conocimiento' ha sido adquirido socialmente, necesita de apoyo social, y es vulnerable a las presiones sociales. Si el término 'sobrenatural' se entiende del modo definido más arriba, debe agregarse la observación de que, al menos tradicionalmente, su significado ha sido una condición necesaria de la empresa teológica. De ello se sigue que, en una situación en que puede hablarse de un ocaso de lo sobrenatural, y en que el propio teólogo se refiere a ello al describir la situación, la tarea teológica se ve confrontada por dificultades verdaderamente enormes. Cada vez más el teólogo se parece al brujo rodeado de positivistas lógicos –o, por cierto, a un positivista lógico perdido entre brujos-: sea que lo advierta o no, está expuesto a los exorcismos de sus antagonistas cognitivos. Tarde o temprano tales exorcismos van a producir el efecto de desmoronar en su mente las antiguas certezas".

Ruinas de la catedral de Coventry, Inglaterra

Este proceso de desmoronamiento, como todo proceso histórico, ha tardado en Occidente unos doscientos o trescientos años, y no ha avanzado parejamente, sino que ha evidenciado sus primeros resultados en el mundo protestante: "El protestantismo ha vivido la crisis por más tiempo y más intensamente, y la ha vivido como un cataclismo interior más que como uno proveniente desde afuera. Ello se debe a que el pensamiento protestante ha estado siempre particularmente abierto al espíritu de la modernidad".

En la próxima entrada nos ocuparemos de este proceso en el catolicismo. 

Nota de la Redacción: La edición utilizada para redactar esta serie de entradas es la siguiente: Berger, Peter L., A Rumour of Angels, Harmondsworth, Middlesex, England, 1970. La traducción al castellano de las citas es propia.

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